Cooperativismo y “empresas recuperadas”
(primera parte)
Luego de la revolución industrial (sobre todo de la segunda, con la invención del ferrocarril) la división del trabajo comenzó a extenderse, no sólo por Europa Occidental, sino por casi todo el globo. El “triunfo” de la ideología liberal en la mitad del XIX destruía definitivamente las barreras estamentales (residuos medievales) pero también traía consigo el desarrollo de un capitalismo salvaje. Mientras la burguesía unía territorios a través del enorme “brazo” del comercio y se constituía como un verdadero actor revolucionario, a la vez, destruía antiguas formas de trabajo debido a su tendencia transformadora. Así, los nuevos desocupados -provenientes de sectores rurales o artesanos que veían como su forma de producir caía rendida ante la eficiencia de las nuevas corporaciones- estaban obligados a vender su fuerza de trabajo en el mercado laboral. Esto fue el origen (bastante simplificado, por cierto) de los abusos que este capitalismo salvaje ejercía sobre una deprimida clase obrera.
Ante esta realidad que imponía una nueva forma de producción, podemos encontrar dos intentos de contrarrestarla. Esta reducción se entiende en la pretensión de ubicar el desarrollo de dos tipos de socialismos. “Simplificación”, ya que ante el desamparo de los sectores mas postergados hubo muchas otras formas y pensamientos para enfrentarlos, pero fueron dos –las que a continuación se describirán- los que se destacaron, o por lo menos tuvieron una duración en el tiempo, o quedaron más arraigadas en el imaginario. Por un lado se desarrolló toda la teoría Marxista, y por el otro lo que luego se denominó el socialismo utópico. El primero entendía que sólo la profundización de las condiciones podría dar lugar a una verdadera emancipación de la clase obrera. Este concepto, denominado materialismo dialéctico, entendía (y aún entiende) que la historia estaba signada por una lucha de clases. En este sentido, la burguesía había derrotado a la aristocracia terrateniente o nobleza y el proletariado haría lo propio con la burguesía. Así, se llegaría a un socialismo comandado por el proletariado, pero todo esto podía ser posible si este nuevo actor tomaba conciencia de clase, cómo se hacia: solo profundizando sus paupérrimas condiciones.
El segundo tipo de socialismo, el utópico, desarrolló otro tipo de conceptos. Los más importantes fueron Robert Owen y Francis-Marie Charles Fourier, cuyo mérito fue el de dar fundamento a la autogestión, a la solidaridad y a la ayuda mutua, proponiendo la creación de empresas, asociaciones o comunidades para enfrentar el capitalismo y Claude Henry de Rouvroy Conde de Saint Simón que introdujo al Estado como planificador.
Robert Owen (1771-1858), Galés, fue iniciador del cooperativismo, aportando también a los movimientos sindicales y sociales. Entre 1800 y 1820 desarrolló una colonia comunitaria, que la llamó “aldea cooperativa”, modelo de la industria textil, donde los trabajadores alcanzaron un nivel elevado de vida. Owen demostró que una elevada productividad con buenas utilidades no excluía el bienestar de los trabajadores y mejoraba las condiciones de vida de toda la comunidad. Además le dio mucha importancia a la educación ya que los niños tenían que asistir a la escuela desde los dos años de edad. De esta manera, estos pensadores proponían una salida más armoniosa ante el oprobio que generaba el capitalismo salvaje. Mas allá de estas primeras experiencias y conceptos las normas fundamentales que rigen la organización y funcionamiento de las cooperativas son conocidas universalmente con el nombre de “principios de Rochdale”, por haberse constituido en la población de Rochdale (situada en las inmediaciones del centro industrial de Mánchester, Gran Bretaña) una entidad que señaló rumbos a las cooperativas posteriores.
La “Sociedad de los Equitativos Pioneros de Rochadle” fundada en 1844 por veintiocho obreros y artesanos de esa zona, no constituyen las primeras cooperativa del mundo, pero es sin dudas la primera de su tipo que asimiló sabiamente las enseñanzas resultantes de las experiencias realizadas. Expuso en forma concreta e integró dentro de un sistema sus principios o bases esenciales de organización, alcanzó un éxito notable y sirvió de modelo a las demás cooperativas (en particular a las cooperativas de consumo) que se expandieron el mundo entero
Esos principios constan en el estatuto primitivo adoptado por la cooperativa de Rochdale en 1844 y en las sucesivas reformas del estatuto también surgen de las resoluciones de sus asambleas, así como de otros documentos o publicaciones y aun de las formas habituales de actual de esta cooperativa. Debe tenerse en cuenta que los Pioneros de Rochdale no se propusieron dictar normas para todo el movimiento cooperativo, entonces incipiente, sino para orientar y consolidar su propia organización; tales normas se adaptaron necesariamente a las condiciones socioeconómicas de su época y reflejaron las ideas entonces dominantes entre sus iniciadores (destaquemos, a este respecto, los ambiciosos planes iniciales que revelan la clara influencia del pensamiento del precursor Robert Owen). Estos pioneros desarrollaron una serie de principios que luego fueron tomados por la Alianza Cooperativa Internacional (A.C.I).
-El cooperativismo en Argentina
El nacimiento del cooperativismo en Argentina se ubica en un momento bastante primario del cooperativismo mundial: Según el Historiador Ricardo Cesar Basan esta comenzó en 1860. Dice Bazan: “Los estudios sobre el cooperativismo local valoran los emprendimientos asociativos cercanos a 1900 como pioneros. Sin embargo, una revisión de la historia de Entre Ríos permite vislumbrar los orígenes de las cooperativas medio siglo antes. Así, una cooperativa de panadería fundada en Paraná en 1855, durante el gobierno de Urquiza, demostraría que el modelo solidario cumplió 150 años. Toda una novedad”. Así el autor coloca al nacimiento del cooperativismo local muy cercano a los pioneros de Rochdale.
La primera cooperativa se fundó debido a la iniciativa del padre José María Velasco, fue su gira misionera que lo llevo a la ciudad de Paraná. Allí, su gran preocupación fue que los españoles que habitaban ese pueblo gozaran de los mismos beneficios y calidad de vida que tenían en Buenos Aires o Montevideo. De esta manera, y ante la presencia de cuarenta españoles que habitaban en Paraná, se llevó a cavo la primera reunión el primero de mayo de 1960 para conformar la primera “asociación con fines humanitarios”. Esta primera reunión tuvo más que nada un fin simbólico, ya que no fueron demasiados los emprendimientos comerciales que emprendieron, destacándose algunos referentes a la leche o la miel.
Pero el 1º de mayo de 1861, un núcleo de residentes franceses se reúne en esta capital a fin de fundar una sociedad, dando origen a la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, formándose la comisión directiva bajo la presidencia del Barón de Viel Castel.
Un núcleo de patriotas italianos residentes en Paraná, se reunieron en sesión para formar la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “La Unión y Beneficencia”, un 10 de Abril de 1864.
De esta manera, queda demostrado que Paraná es la cuna del cooperativismo argentino. Además, queda bastante claro (y debido a la investigación de Bazan) que las diferentes colectividades provenientes de la migración europea fueron los que la fomentaron.
Pero tal vez el mayor auge del cooperativismo local se da a principios del siglo pasado, destacándose lo que se denominó el cooperativismo panzaverde , Lucienville, nacida en 1900 (como La Agrícola Israelita) por la actitud solidaria de ayuda mutua entre colonos judíos, con epicentro en Basavilbaso y sus colonias aledañas.
A lo largo del siglo XX la proliferación de empresas de este tipo fue muy fuerte, produciéndose, tal vez, el mayor auge en la mitad del siglo pasado. De esta manera, cobra un gran impulso el cooperativismo en el país, pero es recién en 1973 donde se dicta la ley de cooperativas, la 20337. Esta ley ha sufrido algunos cambios a lo largo de estas últimas décadas, pera la esencia no se ha modificado sustancialmente.
El desarrollo del cooperativismo en el país comienza a ser muy importante en el siglo XX, destacándose la fundación en 1958 del instituto movilizador de fondos. Este instituto, que perdura hasta nuestros días, tiene como objetivo difundir y financiar la actividad cooperativa en la Argentina. A esta organización se le adosa 1979 el Banco Credocoop. Esta entidad bancaria deviene de un decreto de la dictadura que les obligaba a todas las pequeñas organizaciones de préstamo de la colectividad judía, agruparse en una sola empresa, es así como nace este banco.
Todo lo anteriormente señalado sobre el cooperativismo mundial y local, habilita la posibilidad de desarrollar algunas ideas. En principio, y mas haya de que las cooperativas en Argentina adhieran al cooperativismo mundial, existen algunas diferencias, por lo menos, en sus misiones. El nacimiento del cooperativismo mundial tiene como misión dar respuesta, como ya se ha expresado, a un insipiente capitalismo salvaje. En cambio, en Argentina el inicio del cooperativismo tuvo otra finalidad. En efecto, las razones de su origen tienen más que ver con una cuestión de resguardo de diferentes colectividades provenientes de la inmigración. De alguna manera, estas organizaciones les permitían a estas comunidades conformar un grupo de pertenencia. Hay que tener en cuenta que el desembarco en estas nuevas tierras fue, para ellos, bastante duro, y la agrupación en estas cooperativas significó un avance en la adaptación.
-Empresas Recuperadas
Las “empresas recuperadas” en la Argentina, representan una vuelta al cooperativismo, luego de que en la década del noventa, y debido a las políticas económicas adoptadas, muchas organizaciones de este estilo tuvieron que cerrar. Así como el cooperativismo local marca una diferencia con el cooperativismo mundial, por lo menos en el motivo por el cual se desarrollo, las “recuperadas” también poseen una diferenciación en su misión.
En principio, el motivo del desarrollo de estas organizaciones responde a la defensa básica de los puestos de trabajo. Por otro lado, los trabajadores que llevaron adelante el proceso de recuperación, no tenían ninguna intención de convertirse en asociados de una cooperativa. El motivo por el cual adoptaron esta denominación legal, se debe a que era la forma más adecuada teniendo en cuenta la legislación Argentina.
En definitiva, los tres tipos de coooperivismos (mundial, local, recuperadas), poseen diferentes misiones que los constituyen como modelos de organizaciones diferenciados. Este puede ser una de los motivos por los cuales, en ocasiones, no se comprende el accionar de las “recuperadas”. Decididamente, porque se omite su origen, y se pretende que funcionen como las cooperativas tradicionales. De esta manera, se llega a conclusiones erróneas del fenómeno, y hasta se llega a decir que el proceso es un verdadero fiasco. Claro, no se tiene en cuenta los objetivos ni los motivos.
Para abordar la problemática de las “recuperadas”, no habría que dejar de comprender sus raíces. Además, de entender que sólo se trata de mantener los puestos de trabajo.
En las sucesivas ediciones, desarrollaremos un poco más en profundidad el significado, la identidad y la misión de las “empresas recuperadas”.